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MITOS Y LEYENDAS

1 Sep

 

la madremonte

la madremonte

LA MADREMONTE

Los campesinos describen a la Madremonte de diferentes formas: A veces aparece como una mujer musgosa y putrefacta, enraizada en los pantanos, que vive en los nacimientos de los riachuelos y cerca de grandes piedras. Generalmente aparece en zonas de marañas y maniguas, con árboles frondosos y en regiones selváticas.

Algunos la describen con ojos brotados como de candela, colmillos grandes como los de los sainos, con manos largas y una impresionante expresión de furia, vestida siempre con chamizos, hojas y bejucos. Otros la describen como una mujer alta, corpulenta, elegante y vestida de ramajes, hojas frescas, frondas, bejucos y de musgo verde y con un sombrero alón cubierto con hojas y plumas verdes; su cabello esta cubierto con lianas y musgo que no le dejan ver el rostro, y también, por que el sombrero con tantas ramas opaca la cara. A veces aparece en los rastrojos convertida en una zarza tupida en movimiento que observa con rabia a los humanos que pasan por la selva o los montes.

La Madremonte ataca cuando hay grandes tempestades, vientos e inundaciones y borrascas que acaban con los sembrados, las cosechas y los ganados. Los campesinos cuentan que oyen sus bramidos y gritos infernales en noches

tempestuosas y oscuras. A veces escuchan un quejido agudo, profundo y penetrante, el cual se expande misteriosamente en la manigua, en medio de los truenos, rayos y centellas. Algunos campesinos creen que las inundaciones y borrascas de los ríos se deben a que la Madremonte se está bañando en el nacimiento de las quebradas; así esta agua se enturbia.

Las múltiples descripciones encontradas nos muestran la riqueza fantástica con que pintan a este legendario ser que tiene una relación con el espíritu ecológico de nuestros campesinos, hasta hace algunos años cuando aún no se había despertado su afán desmedido de acabar con la selva para convertirla en inmensos caturrales o cultivos de pasto, donde los árboles dejaron de iluminar el paisaje con la soberbia de sus follajes reverdecidos.

Los campesinos describen a la Madremonte de diferentes formas: A veces aparece
como una mujer musgosa y putrefacta, enraizada en los pantanos, que vive en los
nacimientos de los riachuelos y cerca de grandes piedras. Generalmente aparece en
zonas de marañas y maniguas, con árboles frondosos y en regiones selváticas.
Algunos la describen con ojos brotados como de candela, colmillos grandes como los
de los sainos, con manos largas y una impresionante expresión de furia, vestida
siempre con chamizos, hojas y bejucos. Otros la describen como una mujer alta,
corpulenta, elegante y vestida de ramajes, hojas frescas, frondas, bejucos y de musgo
verde y con un sombrero alón cubierto con hojas y plumas verdes; su cabello esta
cubierto con lianas y musgo que no le dejan ver el rostro, y también, por que el
sombrero con tantas ramas opaca la cara. A veces aparece en los rastrojos convertida
en una zarza tupida en movimiento que observa con rabia a los humanos que pasan
por la selva o los montes.
La Madremonte ataca cuando hay grandes tempestades, vientos e inundaciones y
borrascas que acaban con los sembrados, las cosechas y los ganados. Los
campesinos cuentan que oyen sus bramidos y gritos infernales en noches
tempestuosas y oscuras. A veces escuchan un quejido agudo, profundo y penetrante,
el cual se expande misteriosamente en la manigua, en medio de los truenos, rayos y
centellas. Algunos campesinos creen que las inundaciones y borrascas de los ríos se
deben a que la Madremonte se está bañando en el nacimiento de las quebradas; así
esta agua se enturbia.
Las múltiples descripciones encontradas nos muestran la riqueza fantástica con que
pintan a este legendario ser que tiene una relación con el espíritu ecológico de
nuestros campesinos, hasta hace algunos años cuando aún no se había despertado
su afán desmedido de acabar con la selva para convertirla en inmensos caturrales o
cultivos de pasto, donde los árboles dejaron de iluminar el paisaje con la soberbia de
sus follajes reverdecidos.

 

la patasola

la patasola

LA PATASOLA

Algunos campesinos creen que la Patasola es la personificación de una madre que mató a su hijo y fue condenada a vagar por los montes. Otra versión muy popular dice que era una bella mujer muy pretendida por los hombres, pero por perversa y cruel, que se dio al libertinaje, y que por esta causa le amputaron la pierna con un hacha y la arrojaron al fuego en una hoguera hecha con tusas de maíz. La mujer murió como consecuencia de la mutilación, y desde entonces vaga por los matorrales de las montañas gritando lastimeramente en busca de consuelo. Se enfurece cuando ve hombres cristianos; le disgusta encontrarse con el hacha, la tus ay la candela; asi mismo, odia la peinilla y el machete. Las personas, para resguardarse de ella llevan perros u otros animales domésticos.

Dicen los campesinos que si la Patasola aparece de improviso, hay que recordarle los objetos que sirvieron para amputarle su pierna: el hacha, las tres tusas y la candela.

 

 

el Patetarro

el patetarro

EL PATETARRO

Hombre de descomunal tamaño, terriblemente feo, sucio y desgreñado. Vive en los montes. Le falta una pierna de la rodilla para abajo y él la ha reemplazado con un tarro de guadua, tarro que a la vez le sirve de letrina. Cuando está lleno de inmundicias lo derrama en algún sembrado y allí nace la gusanera y las plagas todas; las cosechas se malogran y los daños son incontables.

Su presencia por los campos es pestilente y se considera como el anuncio de la calamidad, muerte e inundaciones. Según las regiones aparece como deidad masculina o femenina. Sus gritos macabros o sus carcajadas histéricas son

escuchados en los socavones de las minas y en las hondonadas de los riachuelos, sobre todo en las noches lluviosas oscuras y tenebrosas. Su presencia es anunciada con el aullido de los perros, el movimiento de los árboles huracanados y el rozar intenso de la hojarasca. El Patetarro predice inundaciones, crecidas de los ríos, devastación de las cosechas y es el anuncio de malos presagios.

 

el mohan

el mohan

 

EL MOHAN

 

El Mohán a veces aparece como un hombre gigantesco con barba y cabellera abundantes, ojos rojizos de intenso brillo como brazas encendidas, boca grande, dientes de oro, tez quemada de indio viejo, y en general un aspecto muy demoníaco.

Aparece bastante juguetón, enamorado, muy obsequioso y serenatero. Persigue a las muchachas lavanderas; por el río Magdalena, dicen los campesinos que lo han visto bajar en balsa, tocando guitarra o flauta, con gran susto.

Se le juzga el creador de la música de torbellino, bambuco, pasillo, múcura, etc., y se le ve y se le oye tocar el tiple, el requinto, las maracas, al estilo antiguo. Su canto no es conocido, no se le atribuyen ‘coplas’, ni se le reconoce un lenguaje poético.

 

Los campesinos creen que el Mohán es antropófago, pues le gusta la sangre de los niños de pecho, a quienes después de sacársela, se los come asados en hogueras de hojarasca. Le gustan las mujeres bellas y jóvenes, principalmente las muchachas casaderas, a quienes persigue para llevarlas a los ríos.

Alrededor de los charcos y en los peñascos donde vive, gusta custodiar sus tesoros en oro, piedras preciosas, alhajas, brazaletes, narigueras y numerosas joyas. Algunos dicen que tiene un palacio subterráneo con muchos tesoros, oro y piedras preciosas. El Mohán es travieso, andariego, embaucador, brujo y libertino.

 

la llorona

la llorona

LA LLORONA

 

Era una mulatita muy despabilada que habiendo tenido un hijo por artes conocidas de todo aquel que las supiere y no sabiendo qué camino tomar para no desmerecer ante los ojos de los suyos, decidió ahogar a la criatura una noche de luna. Llegó a la orilla del río y, en un remanso, dejó caer al inocente hijo.

Victima de su remordimiento regresó al poco rato a buscar el hijo de sus entrañas, Y como loca recorría las orillas del río tratando de encontrarlo.

Desde entonces, en las noches de luna, se oye la voz de la Llorona que grita y se lamenta buscando afanosamente a su hijo mientras dice “¡Aquí lo eche… aquí lo eche: ¿En dónde lo encontraré?!”. Según los campesinos y aldeanos, la Llorona aparece como una mujer con rostro huesudo de calavera, ojos rojizos, cabellos desgreñados, con largas vestiduras, sucias y deshilachadas, llevando en sus brazos a un niño muerto. Se distingue por sus lloriqueos angustiantes y profundos y sus gritos macabros y plañideros. Sale por todas partes profiriendo llantos desgarradores.